Por: Carlos Blanco López
Habrá que imaginar la cara de sorpresa que puso el subsecretario Luciano Concheiro cuando hoy por la mañana escuchó al presidente López Obrador asegurar que en la SEP se presentan resistencias para que al egresar los estudiantes de escuelas normales públicas obtengan sus plazas de manera automática.
Sobre todo, después de que el jefe del Ejecutivo explicó que eso se debe a que en la SEP caló hondo el pensamiento neoliberal o “neoporfirista, fueron 35 años, y estoy batalla, batalla y batalla con eso”.
Las palabras de López Obrador le representaron a Luciano Concheiro un golpe que le dolió hasta el tuétano porque en su carácter de subsecretario de Educación Superior, desde hace tres años, es el responsable del manejo de las normales públicas del país, de él no solo depende la Dirección General de Educación Superior para el Magisterio, sino de confeccionar propuestas legislativas, como la que dio cuerpo a la USICAMM.
De Luciano Concheiro no se podría decir que sea precisamente un funcionario neoliberal o neoporfirista, nada más habría que recordar cuando en septiembre del 2019 señaló ante los miembros del Colegio Nacional: “Debemos proponernos el comunismo, como sociedad emancipada de toda explotación del ser humano y destrucción de la naturaleza”.
Sobra decir que esas palabras no podrían salir jamás de un hombre formado en el neoliberalismo.
Al presidente López Obrador también le faltó señalar que la mayoría de los legisladores de Morena de la pasada legislatura son unos “neoliberales” porque ellos fueron precisamente los que con su aplastante mayoría aprobaron la Ley del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, donde se establecieron los requisitos para que los egresados de las escuelas normales obtengan una plaza.
En la Ley de USICAMM se fijaron una serie de mecanismos para la admisión al servicio de educación básica, como el de apreciar los conocimientos, aptitudes y experiencia necesarios para el aprendizaje y desarrollo integral de los educandos para asegurar que la contratación del personal cumpla con el perfil profesional.
De igual forma, entre otras cuestiones, en la ley se estableció que la admisión al servicio público educativo estará sujeta a la disponibilidad de plazas vacantes definitivas, temporales y de nueva creación, así como a las estructuras ocupacionales autorizadas; es decir, el número de vacantes se definirá de conformidad con las necesidades del servicio público educativo.
Como quien dice fueron los diputados de Morena los que aprobaron y refrendaron que ya no existen las plazas automáticas, tal y como lo desea el presidente López Obrador.
En el fondo el presidente López Obrador sabe perfectamente que los egresados de las escuelas normales ya no pueden obtener una plaza en automático, y que tienen y deben atenerse a lo que se establece en la ley del USICAMM para obtener una plaza: actuar en sentido contrario, es decir, otorgarles a los egresados de los normales públicas su “plaza base” en forma automática, sería una acción ilegal.
Lo que el primer mandatario desea con ese pronunciamiento es que los miles de egresados de las escuelas normales, que en los últimos tres años no han dejado de protestar frente a Palacio Nacional en demanda de plazas automáticas, interpreten que el presidente López Obrador se encuentra molesto con las autoridades de la SEP y la USICAMM porque se resisten a entregar plazas automáticas, y bajo esa creencia se vuelquen el próximo domingo a las urnas para respaldar con su voto a López Obrador.
De todos modos, el jefe del Ejecutivo, al pronunciarse en favor de otorgar plazas automáticas, coloca en un brete a la autoridad educativa: ¿Le hará caso y ordenará la entrega de plazas automáticas a los egresados normalistas, aunque eso signifique violar la normatividad? ¿Elaborará una nueva ley, junto con los diputados morenistas, que contemple la asignación de plazas automáticas, para derogar la ley de la USICAMM?