Por: Carlos Blanco López
Apenas el domingo pasado la Conferencia del Episcopado Mexicano desarrolló en las iglesias de todo el territorio nacional la Jornada de Oración por la Paz y reiteró la necesidad de que el gobierno federal modifique su estrategia de seguridad publica basada en el dicho presidencial de que prefiere “abrazos no balazos”, cuando horas después la ONU dio a conocer que las escuelas son utilizadas por el crimen organizado y pandillas para reclutar niños, niñas y adolescentes en México y Centroamérica.
En el reporte del Centro Regional de Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC) se asegura que, en los países con presencia de grupos del crimen organizado, como México, hay un claro impacto de reclutamiento en las escuelas contra niños, niñas y adolescentes en diferentes economías ilegales, como narcotráfico y narcomenudeo.
El estudio de la ONU es un asunto en el que las autoridades educativas requieren poner especial atención, ya que de acuerdo a la organización social Tejiendo Redes Infancia en México hay por lo menos 30 mil niños y adolescentes menores de 18 años que cooperan activamente con la delincuencia organizada en actividades que van desde la extorsión y el tráfico de personas hasta la piratería y el narcotráfico.
En el estudio Violencia Armada y Afectaciones a la Niñez y a la Adolescencia, la ONG expone que los grupos delictivos que hacen presencia en las zonas más pobres de la región representan un riesgo para las niñas, niños y adolescentes que habitan dichas áreas, ya que por su condición son vulnerables a ser reclutados y utilizados para apoyar su trabajo criminal.
Todo este tema del reclutamiento de la niñez y adolescentes por parte del crimen organizado requiere de una pronta reacción de la autoridad educativa, de tal forma que den a conocer alguna alternativa que permita que los alumnos no corran el riesgo de ser reclutados por el crimen organizado, sobre todo ahora que desapareció el programa de Escuelas de Tiempo Completo, donde millones de niñas, niños y jóvenes tomaban clases en el horario extendido mientras sus madres asistían a sus centros de trabajo.
El presidente López Obrador tiene toda la razón cuando asegura que para resolver el problema de la violencia que padece el país, que en lo que va del sexenio ha cobrado más de 120 mil vidas, no basta con rezar. Desde luego que no, ni siquiera la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, ha servido para frenar el problema de la violencia al interior de los planteles escolares y/o el reclutamiento de alumnos por los cárteles de la droga.
Llegó la hora de la reflexión nacional donde todos las organizaciones y actores sociales requieren de impulsar acciones que contribuyan a abatir la violencia, y desde luego que al gobierno morenista le corresponde, tiene la obligación, de mostrar mayor sensibilidad para salvaguardar la seguridad de todos los mexicanos.
Hay que poner un alto al reclutamiento de alumnos en las escuelas por parte de los grupos delincuenciales.