Por: Carlos Blanco López
Si en el ánimo del presidente López Obrador influyeron los reclamos de la sociedad civil y de las diferentes fuerzas partidistas, en la resurrección del programa de Escuelas de Tiempo Completo, o de plano cedió para que los padres de familia afectados con la cancelación de este icónico programa no aplicaran un voto de castigo en la consulta de revocación del mandato programada para el 10 de abril, eso ahora es lo de menos, en tanto que lo relevante y trascendente es que más de 3 millones 600 mil niñas, niños y adolescentes seguirán gozando de los beneficios académicos y alimenticios en más de 27 mil escuelas de horario ampliado.
En todo ese impasse que se abrió desde que se anunció la cancelación de ese programa hasta el anuncio presidencial de que el programa sigue vigente, se pudieron observar diversas cuestiones de gran interés.
Por principio de cuentas habrá que observar las deliberaciones que sostuvieron durante días los coordinadores de las diferentes fracciones parlamentarias en la comisión de Educación de la Cámara de Diputados, donde lograron consensuar la necesidad de exigir a la Secretaría de Educación la reanudación del PETC, lo que de suyo resulta saludable para la vida democrática en esta hora donde la constante es el disenso al interior del Congreso de la Unión, con un Primer Mandatario que en sus cotidianas mañaneras le apuesta a la descalificación de diversos actores, lo que abona a la polarización social, sin sopesar que el avance de la nación requiere de armonía y de la participación de todos los sectores sociales.
Otra cuestión que habrá que hacer notar es el papel que asumió la organización civil Mexicanos Primero que de manera insistente y cotidiana pujó con argumentos contundentes y convincentes por la reanudación del PETC a través de los medios de comunicación social, incluso la seglar Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), cuyos afiliados no tienen a sus hijos en las Escuelas de Tiempo Completo, elevó sus reclamos en la prensa para que el programa siguiera vigente.
No fueron pocos los observadores del escenario político nacional y educativo que valoraron que el presidente López Obrador no iba a ceder, sobre todo por la animadversión que le tiene a Claudio X. González, fundador de Mexicanos Primero, o simplemente por el gusto de no tomar en cuenta a la conservadora UNPF, dirigida a trasmano por los propietarios de colegios particulares ligados a congregaciones religiosas, como los lasallistas, jesuitas y los legionarios de Cristo.
Desde el punto de vista político el hecho de que el presidente López Obrador haya cedido a la continuación del PETC representa una bocanada de oxígeno para la vida democrática, que hay que reconocer; empero este gran paso requiere de replicarlo el primer mandatario en su cotidiano ejercicio gubernamental, de tal modo que aprenda a escuchar y sea sensible a las posturas de todos los sectores sociales que integran el Estado mexicano, en beneficio del presente y el futuro del país.
Todos los dirigentes de los sectores, sociales, políticos y económicos requieren comprender que la democracia, como sistema político moderno, es una forma de vivir en sociedad, lo que solo es viable si se fundamenta en un conjunto de valores, como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y desde luego la participación ciudadana.