Por: Carlos Blanco López
Sin ser fatalista, tal y como se aprecia el panorama en el 2023, la educación no va ser una de las prioridades del gobierno. Lo más relevante para las autoridades gubernamentales y los partidos será el tema electoral.
Gran parte del escenario es dominado por la intensa movilidad de los precandidatos presidenciales del partido Morena, que se muestrean por el territorio nacional mediante anuncios espectaculares o participando en diversos actos que les aseguren ser tema de conversación en los medios de comunicación social.
A lo que habrá que sumar la información creciente sobre las elecciones que se registrarán en junio en Coahuila y el Estado de México para renovar la gubernatura, o la profunda preocupación de amplios sectores de la población por el futuro del Instituto Nacional Electoral (INE).
Ni duda cabe que amplios sectores de la población desearían que la educación estuviera colocada entre las prioridades del gobierno, pero no es así. Y esto se comprueba con tan solo un caso, el gobierno federal, no ha logrado poner en marcha el nuevo Plan de Estudios para el Nivel Básico, cuya prueba piloto fue cancelada en octubre pasado por un juez que consideró, entre otras cuestiones, que no era posible impulsarlo sin nuevos libros de texto.
Lo deseable es que en los próximos meses tenga mayor presencia en los medios la secretaria de Educación, Leticia Ramírez, que la virtual candidata a gobernadora por el Estado de México, Delfina Gómez.
Y si el manejo de la educación nacional está dejando mucho que desear, no se diga la conducción de los movimientos magisteriales. De lo que ocurre en el SNTE no hay nada de que asombrarse.
Su proceso de democratización es nefasto: las bases pueden votar, pero por el candidato que los grupos políticos internos seleccionen. La inmensa mayoría de los agremiados no tienen derecho a ser votados.
¿Cuál democratización?
La CNTE está para llorar: cuando se había visto que la icónica sección 22, luego de elegir a su nuevo secretario general seccional, mediante su método de usos y costumbres, acudiera con el gobernador del Estado a pedirle que intercediera ante la federación para “presionar” al CEN del SNTE para conseguir su toma de nota.
¿Dónde quedó la independencia de la CNTE ante las autoridades?