Mensaje el Episcopado Mexicano ante el inicio del nuevo ciclo escolar 2022-2023

México. – La Conferencia del Episcopado Mexicano emitió un mensaje para las comunidades educativas y sus directivos, maestros, padres de familia, estudiantes y sociedad en general, ante el inicio del nuevo ciclo escolar 2022-2023.

“Respondamos a lo esencial: educar a nuestros niños y jóvenes”.

Saludamos con aprecio y respeto a la comunidad educativa, recordando que no hay actividad más importante, más humana, que guiar y acompañar a cada persona, en el desarrollo de sus facultades físicas y espirituales (inteligencia, voluntad, afectos, memoria, imaginación, capacidad de síntesis), individuales, ambientales y sociales, en favor de una civilización más fraterna, solidaria y responsable.

Frente a la compleja situación en la que nos encontramos, ponemos a su consideración los siguientes puntos, a fin de apostar por la esperanza y trascender los determinismos, mediante nuestra acción educativa:

Muchos son los desafíos que tenemos en materia educativa, a nivel planetario. El Papa Francisco ha hablado incluso de una Catástrofe Educativa Global, y por ello, nos convoca a articular Pactos Educativos, que vuelvan a tejer los lazos esenciales entre los directivos, maestros, padres de familia y estudiantes, con el hilo cálido de la solidaridad, el cuidado y la creatividad, en cada comunidad educativa.

Lo anterior, no sólo con el fin de responder a los desafíos inmediatos de las instituciones educativas, sino también, para que, a través de su servicio, los seres humanos encontremos caminos nuevos de relación, de cara a la crisis generalizada que vivimos, y que se manifiesta en el ámbito político, económico, social, cultural, familiar y ambiental, principalmente.

Los procesos de globalización, con sus limitantes y virtudes, aunado a los efectos de la Pandemia Covid-19, nos interpelan a reorientar nuestras vidas, con una mirada restaurativa, creativa y generosa, a fin de posicionar lo verdaderamente humano, en el centro de nuestra civilización: la libertad, la justicia, la verdad y el amor. Que los defectos, vicios, torpezas e intereses particulares o de grupo no nos nublen el horizonte, sino que, yendo más allá de ello, orientemos nuestras pasiones y anhelos a proyectos concretos, solidarios y factibles. El mal sólo se soluciona con el bien. El fuego, no se puede apagar con fuego.

Es urgente que, en cada encuentro educativo, avivemos con la fe, la esperanza y la caridad, el esfuerzo cotidiano para conseguir un cambio sereno y eficaz, que detenga la ola de una cultura de muerte, abuso, corrupción, ineptitud, así como de un deterioro ambiental y social, presentes en múltiples sectores de nuestro México. La paz es un don y una tarea. La paz es posible. Educar para construirla, es prioritario.

Los niños y jóvenes nos piden, de mil maneras, ser atendidos y acompañados. Que nada nos distraiga de la tarea esencial de la educación, que es transmitir a las nuevas generaciones el aliento de vida, así como su cuidado y promoción en el respeto irrestricto a su dignidad, a su libertad de pensamiento, de conciencia, a su integridad.

Ellos son los destinatarios y el fin último de cada Pacto Educativo, por lo que estamos llamados a escucharlos y a comprometernos con ellos, sobre todo en las situaciones de mayor necesidad. Tal es el caso de aquéllos que han salido del Sistema Educativo y de quienes requieren de una fuerte regularización, entre otros.

Ningún proyecto político, económico, ideológico o social, debe ver a la educación como un botín o instrumento de poder. La educación, en sí misma, exige claridad de intención, de operación y de fin. Educar es un acto de amor, de generosidad, de gratuidad. El Estado, es decir gobierno y sociedad, deben articular juntos, con la máxima participación social posible, la educación en el País, si queremos construir un futuro más digno y solidario. Es urgente desactivar los enconos, escuchar a los expertos, así como a los agentes directos de la educación.

A los maestros, principales agentes de la educación formal, nuestro reconocimiento y gratitud. Hoy, más que nunca, ellos tienen que coadyuvar con paciencia, generosidad y talento. A los padres de familia, primeros y principales responsables de la educación de sus hijos, nuestro llamado para involucrarse en las escuelas, con orden, conciencia solidaria y, sobre todo, capacidad de escucha.

El Pacto Educativo Global, nos llama a invertir nuestros mayores talentos, en los niños y jóvenes de nuestro País. Llamamos a nuestras autoridades civiles, empresarios, líderes sociales y políticos, para hacer resurgir en cada espacio educativo, caminos de diálogo, de construcción de paz y de desarrollo humano, integral, solidario y sustentable.

Es tiempo de lo esencial en cuanto a la transmisión de los conocimientos y métodos pedagógicos, pero sobre todo de atender correctamente el estado socioemocional, principalmente de los alumnos y maestros.

A las comunidades religiosas y a las obras diocesanas dedicadas a la educación, a lo largo y ancho del País, nuestro aliento, solidaridad y afecto. A los niños y jóvenes, nuestro aprecio, ánimo y cercanía.

Que Santa María de Guadalupe, la principal colaboradora de Jesús Maestro, nos inspire a dar ese sí confiado, fecundo y generoso.

Ciudad de México, a 25 de agosto del 2022.

† Mons. Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la CEM.

† Mons. Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León y Responsable de la Dimensión Pastoral Educativa y de Cultura de la CEM.

† Mons. Ramón Castro Castro, Obispo de Cuernavaca y secretario general de la CEM.

† Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, arzobispo de Durango y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Profética.

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