Por: Carlos Blanco López
Toda la dinámica que ha venido implementando la autoridad educativa federal para recabar las propuestas y experiencias de docentes, académicos, organizaciones sociales, pueblos indígenas, afromexicanos, padres de familia y niñas, niños y adolescentes, para proseguir diseñando el plan y los programas de estudio para la educación básica, pareciera ser más un ejercicio político mediático dirigido a recabar votos a favor del gobierno de la cuarta transformación en la consulta para revocación del mandato, que una auténtica estrategia orientada a construir un innovadora política educativa nacional que se implemente a través de la Nueva Escuela Mexicana.
En los diferentes procesos que ha venido desplegando la SEP para recabar la opinión de los diferentes sectores sociales, en donde han brillado por su ausencia los organismos empresariales, se ha observado un discurso similar al que aplica todos los días desde las mañaneras el presidente López Obrador orientado a enfrentar a las clases sociales, donde el primer mandatario se hace aparecer como el héroe que llegó para acabar y/o acotar la “voracidad” de las clases pudientes y reivindicar las causas justas de las clases históricamente más desprotegidas
Esto se vio venir desde finales de enero cuando desde la SEP se convocó a participar en las “Asambleas para analizar el proceso de construcción del plan y programas de estudio para la educación básica que se llevó a cabo de julio a diciembre del 2021”.
En la primera asamblea realizada en Veracruz el director de Materiales Educativos de la SEP, Marx Arriaga, señaló entre otras cosas que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) había dicho que la reforma educativa en México “es demasiado importante para el futuro de México, como para dejársela a los educadores”, con la aviesa intención de exacerbar los ánimos del magisterio en contra de este organismo con sede en París, al que los morenistas identifican como una institución “neoliberal”.
Tras mencionar lo anterior Marx Arriaga señaló muy orondo: “pero qué creen? No somos infantes, tenemos voz y cada uno de nosotros es un sujeto activo en nuestro territorio, así que no aceptaremos que nos impongan una reforma educativa sin que pase por un acuerdo nacional y estas asambleas son el primer paso para concretar los documentos rectores que el país requiere”.
Pero Arriaga no había dicho lo que realmente había expuesto ese organismo internacional en el documento denominado: “Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas”, en donde se estableció que: “La reforma educativa es demasiado importante para el futuro de México como para dejar solo a los educadores en esta tarea”.
A mediados de marzo, antes de que concluyeran las cuestionadas asambleas y con la finalidad de valerse del pretexto de continuar trabajando en el diseño del plan y del programa de estudios y los libros de texto gratuito, para seguir teniendo presencia mediática con fines político electorales, la SEP dio a conocer que iniciaría la realización de una serie de Diálogos para la Construcción de la Propuesta Curricular de Educación Básica, con la finalidad de garantizar la participación de todos los sectores de la sociedad civil
En estos diálogos se incluyó una sesión con “niñas, niños, adolescentes y familias, lo que “nunca había sucedido” en este país, de acuerdo a lo que expresó en su oportunidad la directora de Desarrollo Curricular de la SEP, Claudia Izquierdo Vicuña.
Efectivamente nunca se había visto que los menores de edad participaran en el diseño de la política educativa por la sencilla razón de que desconocen las diferentes corrientes de pensamiento pedagógico, psicológico, filosófico y social, como para comprender la complejidad que encierra el fenómeno educativo. Mucho menos los menores tienen conocimiento de las técnicas del diseño curricular.
Pero es de elemental comprensión que la autoridad educativa federal incluyó la participación de los menores de edad para simular que en la construcción de la política educativa participa absolutamente toda la sociedad.
En esa línea de trabajo que contiene más fines político electorales que un interés legítimo por desarrollar una mejor política educativa, la autoridad educativa también dio a conocer que realizará otra consulta para recoger criterios y directrices que “permitan enfocar el currículo en la práctica docente”.
En este sentido la secretaria de Educación, Delfina Gómez, durante la quinta sesión de los Consejos Técnico Escolares precisó que distribuiría entre el personal docente un cuestionario, a través del sitio https://bit.ly/3qAKwpe, para conocer su opinión sobre el currículo de educación inicial, preescolar, primaria y secundaria.
Bajo esta dinámica de trabajo la SEP busca tener una presencia constante entre el magisterio y la opinión pública en general que le reditúe favorablemente a Morena en la próxima consulta por la revocación del mandato.
Habrá que ver qué tan buenos resultados le arrojan al gobierno morenista la estrategia político electoral que aplica desde la SEP, valiéndose del tema de la elaboración de los planes y programas de estudio y de los libros de texto, para que el magisterio nacional respalde a López Obrador el 10 de abril.
Por lo pronto, el fin de semana en el diario La Jornada, al que no se le puede señalar de antimorenista, difundió una nota basada en entrevistas a personal docente, en donde los profesores y directores de educación básica consideran que fue una mala decisión de la SEP convocar a una consulta sobre el nuevo marco curricular, a través de un cuestionario que se puede responder en formato electrónico, considerando que el gobierno se “quedó sin tiempo y busca legitimar, por cualquier medio, una propuesta diseñada por ellos, pero sin la participación de los maestros”.