Por: Carlos Blanco López
La tercera marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer verificada en la ciudad de México, luego de que en el 2020 se registró un paro histórico de labores femenino, se caracterizó porque bajó el índice de actos de violencia, y se incrementó el número de asistentes a la caminata que culminó en la plaza de la Constitución.
Si en el 2021, conforme a cifras oficiales, se contabilizó la presencia de 20 mil mujeres, ahora no fueron pocos los medios de comunicación que dieron a conocer la presencia de una marea femenina de la que el gobierno capitalino reportó 75 mil participantes.
El tema de feminismo, de la igualdad de género, no podía pasar desaparecido para los dirigentes del SNTE, por lo que hoy el secretario general del CEN, Alfonso Cepeda Salas, presidió un acto donde se pronunció por el empoderamiento de las mujeres mexicanas y porque todas accedan al ejercicio pleno de sus derechos.
Nadie objeta esa línea discursiva, sin embargo, la postura de la cúpula del SNTE habría tenido un mayor efecto político si esas palabras en el evento las hubiese pronunciado una mujer, una maestra, una de aquellas, de tantos cientos de miles de profesoras que, por ejemplo, durante la pandemia, se esforzaron y lo siguen haciendo para que más de 20 millones de educandos sigan recibiendo educación básica, ya sea vía virtual o presencial.
El SNTE es un sindicato donde a pesar de que cerca del 70 por ciento de su millón 200 mil docentes afiliados son mujeres, al frente de su dirección se encuentra un hombre, no obstante que el sexo femenino ha demostrado en los últimos años un gran empuje, una interacción política admirable, y para muestra un botón: su paro nacional de labores en el 2020; que de igual forma se entiende: están cansadas de ser maltratadas, con todo y que en su gran mayoría son la bujía de la familia.
Claro que el hecho de que una mujer gobierne al sindicato no es garantía de que a sus agremiados les va a ir muy bien, ahí está el cacicazgo que durante más de 20 años ejerció la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo.
Otro detalle que llamó la atención del evento del SNTE fue el convenio que verificó el sindicato con la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, que preside Nashieli Ramírez Hernández, a fin de desarrollar un Seminario de Formación Sindical en Materia de Género y Derechos Humanos, en el que participarán 10 mil trabajadores de la educación.
Habría que preguntar a qué se debe que el SNTE no haya firmado mejor un convenio con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que preside Rosario Piedra Ibarra, de tal manera que el seminario se pudiera replicar, en coordinación con las secciones estatales y las Comisiones Estatales de Derechos Humanos, en todas las entidades del país.
Otra organización, aunque un tanto insignificante en comparación a la fuerza política y el tamaño del SNTE, la denominada Maestros por México, insuflada por simpatizantes de Elba Esther Gordillo, tampoco quiso pasar desapercibida este 8 de marzo, y “reflexionó sobre las demandas históricas de la lucha de las mujeres”.
Empero, en su gran reflexión concluyó que la titular de la SEP, Delfina Gómez, “no ha sido lo que esperábamos”, pero que aún tiene mucho por hacer: “si quiere”.
En eso consistió la sesuda reflexión de Maestros por México este 8 de marzo.