Marcha de la U de G debe poner a temblar a los políticos

Por: Carlos Blanco López

Con todo y el boicot que el gobernador emecista de Jalisco, Enrique Alfaro, desplegó en el transporte urbano para evitar que la marcha organizada por el cacique de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, contara con una numerosa presencia de estudiantes, personal docente y trabajadores, finalmente el mega desfile de inconformes arribó a la Plaza de la Liberación, en el centro de la ciudad de Guadalajara, con la participación de más de 100 mil personas, casi la tercera parte de la comunidad escolar que integra la UdeG.

La manifestación de la comunidad universitaria, manipulada y encabezada por Padilla López, que desde hace más de treinta años controla esta universidad, y el rector Ricardo Villanueva Lomelí, salió desde seis puntos de la capital de Jalisco y se desplegó para exigir al gobierno estatal respeto por la autonomía y defender el presupuesto de esta casa de estudios.

El conflicto que se registra entre los directivos de la U de G y el gobierno de Enrique Alfaro, se detonó el año pasado cuando la autoridad estatal reasignó 140 millones de pesos, que ya estaban etiquetados para edificar el Museo de Ciencias Ambientales, para ejercerlos en el Hospital Civil de Oriente, en el municipio de Tonalá.

Además, en los dos últimos años, el gobierno del estado quitó 680 millones de pesos a la U de G para infraestructura educativa lo que ha “impedido la construcción de aulas para cubrir la demanda de espacios en esta universidad pública, y el presupuesto asignado para este año es el más bajo de los últimos diez años, lo que conforme a las autoridades universitarias “impide crear nueva infraestructura educativa”.

Es probable que a las autoridades de la U de G les asista la razón, sin dinero no se pueden construir nuevas aulas, ni contratar nuevos maestros, ni invertir en proyectos de investigación científica y tecnológica, pero lo que llama más la atención de este conflicto es que en los últimos tres años, con todo y el discurso que maneja tanto el gobierno del estado de Jalisco, como el presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de los cacicazgos que prevalecen en algunas universidades del país, a la fecha Raúl Padilla López, sigue siendo tan campante el líder “moral” de la U de G.

Desde julio del 2019 trascendió que desde la Unidad de Inteligencia Financiera se estaba investigando a Padilla López, pero por lo que se aprecia no le han podido encontrar absolutamente ninguna irregularidad.

A lo que hay que sumar que con todo y que es reconocido Padilla López como el cacique que controla férreamente la U de G, entre el alumnado de esta institución no se registran mayores muestras de inconformidad por esta situación. Todo lo contrario, si el líder “moral” convoca a la comunidad escolar a salir a las calles para repudiar al gobernador Enrique Alfaro, miles de estudiantes, maestros y trabajadores, le hacen caso, desfilan por las calles y al unísono corean consignas de repudio enfrente del Palacio de Gobierno.

Una de las causas que motivan a la comunidad universitaria a respaldar sin chistar al rector, Ricardo Villanueva, el títere de Raúl Padilla López, es porque en su discurso hace suyos los problemas que aquejan a los jaliscienses.

“Lo que hicimos los universitarios para ser los malos de la película fue levantar la voz ante la violencia que vive Jalisco, por indignarnos ante las desapariciones que padecemos todos los días, por marchar por tres jóvenes que sacaron de sus casas en la madrugada y nunca volvieron a ver a sus familias, por no permitir que los intereses económicos y políticos fueran más y fueran por encima  de la salud de los jaliscienses durante la pandemia, y por defender la legalidad, por defender la división de poderes y defender 140 millones de pesos para el museo más importante que se está construyendo en México”.

O sea que, si los rectores de todas las universidades del país manejaran un discurso similar al del rector de la U de G, haciendo suyo la problemática que vive México, seguramente que los políticos que controlan los tres niveles de gobierno se pondrían a temblar ante una masa que les haría ver que las cosas no pueden seguir como hasta la fecha, con una terrible inseguridad pública y económica.

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