Elba Esther y sus ambiciones en la adelantada sucesión presidencial

Por: Carlos Blanco López

Elba Esther y sus ambiciones en la adelantada sucesión presidencial

Por: Carlos Blanco López

La irrupción de la ex lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo, en el diario Reforma, para señalar, entre otras cuestiones, que la nueva secretaria de Educación, Leticia Ramírez, le da pena, y que no es igual a ella porque nunca se vendió, “ningún grupo político me dio dinero para hacer marchas”, es una narrativa, en donde lo menos que le importa a la “maestra” es la nueva titular de la SEP.

Su estrategia se orienta a exponer ante los dirigentes de las fuerzas políticas opositoras y los poderes fácticos que en los comicios presidenciales del 2024 no piensa respaldar al partido Morena y que está en la mejor disposición de ofrecer sus “servicios” políticos electorales para erradicar del poder gubernamental a López Obrador.

Tampoco habrá que descartar que las declaraciones de Elba Esther formen parte de una jugada política en donde un poderoso precandidato presidencial morenista se vale de la ex presidenta del CEN del SNTE, su vieja aliada, para dejar entrever que, si no resulta finalmente ser el ungido de Palacio Nacional, no escatimará esfuerzos para tejer una gran alianza opositora en contra de la candidata o candidato que elija López Obrador.

¿Suena perverso, o no?

Hay ex dirigentes magisteriales, como el “señor de las ligas”, René Bejarano, que han dicho que no es conveniente “aspirar a revivir prácticas que fortalecieron a ese engendro demoníaco que es y ha sido Elba Esther Gordillo”.

Todo lo que dice y hace la ex lideresa magisterial creemos que lo entiende muy bien el presidente López Obrador, y habrá que estar al pendiente de lo que pueda decir sobre Elba Esther Gordillo en los próximos días, desde la mañanera, aunque ya envió un adelanto a través de la titular de la SEP, Leticia Ramírez, aduciendo: “Desprecio a las personas que se han servido del magisterio para prestarse a la corrupción”.

En la entrevista que ofrece al Reforma, Elba Esther Gordillo también aporta elementos para respaldar a los políticos priístas, entre ellos los senadores Miguel Ángel Osorio Chong, y Claudia Ruiz Massieu, sobrina del ex presidente Carlos Salinas, que demandan la salida de Alejandro Moreno de la dirigencia nacional del PRI.

Según la maestra, Alejandro Moreno es un protegido de Roberto Madrazo: “le crees a Madracito. Pues yo tampoco. En esas condiciones están los partidos. Pero eso no es el PRI”, dice vehemente Elba Esther.

La política chiapaneca asegura que nunca se vendió, entonces resultará muy interesante que explicará al detalle bajo que términos y cómo fue que participó en el “fraude patriótico” que se registró en Chihuahua en 1986 para frenar con cientos de mapaches priistas, bajo su mando, al candidato panista al gobierno del estado Francisco Barrio.

¿Cuánto dinero recibió para movilizar a los cientos de alquimistas electorales? ¿Le pagaron por sus servicios? ¿El dinero que se repartió provenía de las arcas gubernamentales o del sector privado? ¿Todo eso fue legal? Insistimos: ¿eso fue venderse, alquilarse, o cómo se le podría llamar a eso?

De su lado, la nueva titular de la SEP, Leticia Ramírez, deberá responder por qué Elba Esther le dijo que ella nunca se vendió ni recibió dinero para organizar marchas.

Esto lo habrá dicho la chiapaneca por los miles de millones de pesos que salieron de las arcas gubernamentales para inducir las nutridas marchas del movimiento magisterial de 1989, en la que Elba Esther jugo un papel clave y como premio el entonces presidente Carlos Salinas la “puso” al frente del SNTE.

¿A poco Leticia Ramírez cobró por sus servicios durante la “primavera magisterial” de 1989?, impulsada por el entonces regente capitalino y estratega político Manuel Camacho Solís, teniendo como uno de sus principales operadores a Marcelo Ebrard, todo ello bajo la batuta del entonces presidente Carlos Salinas para defenestrar al líder moral de Vanguardia Revolucionaria, del SNTE, Carlos Jonguitud Barrios, por haber apoyado durante los comicios presidenciales de 1988, tal y como también lo hizo el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, alias “La Quina”,  al candidato presidencial del Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas.

Una primavera magisterial que le sirvió además a Carlos Salinas para tratar de legitimarse en el poder presidencial.

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